Corría el año 1968 cuando Ricardo Bofill Taller de Arquitectura publicaba una suerte de manifiesto en reacción a las acuciantes demandas de una sociedad en constante transformación. La idea de la Ciudad en el Espacio veía la luz por primera vez y se proclamaba como una arquitectura absoluta capaz de resolver todas las complejidades de su contemporaneidad a través de un modelo único abierto, flexible y tridimensional.
Un año después, desde el Ministerio de la Vivienda, unos terrenos en el barrio de Moratalaz, en Madrid, le fueron asignados al taller para que haga realidad su utopía. Al mismo tiempo en que nacían proyectos imposibles como los de Arata Izozaki con la Ciudad en el Aire (1961), Yona Friedman con su Ciudad Espacial (1964) o Kisho Kurokawa con su Ciudad Helicoidal (1961), el Taller de Arquitectura Ricardo Bofill trabajaba para convencernos de la completa viabilidad del proyecto.
En palabras del mismo taller: “Este proyecto de urbanización de un gran complejo de viviendas fue concebido para formar un barrio multifuncional, inspirado en una visión de los factores sociales muy acorde con su época. La dificultad consistía en establecer estructuras a la vez complejas y flexibles, capaces de asimilar rápidamente e incluso facilitar los cambios de la realidad cotidiana”.
La Ciudad en el Espacio no intentaba asimilar la arbitrariedad formal de la ciudad, sino que pretendía construir un orden subyacente, casi imperceptible, en que esta espontaneidad pueda desarrollarse cómodamente. Una matriz estructural aglutinaría células cúbicas de producción industrializada, y formando unidades, núcleos y cuerpos, daría lugar a la diversidad formal, material y programática que pudieran ofrecerle sus usuarios con el paso del tiempo. Se establecían así, protocolos de agregación que intentaban emular la densidad y la complejidad de la ciudad histórica.
“La flexibilidad era el factor clave, ya que la estructura de soporte no coincidía con la estructura formal y se ponían en evidencia zonas ambiguas y superfluas. El equipo estaba comprometido en principio con la retícula cúbica, ya que los métodos de construcción se basaban en los tres ejes ortogonales; también la búsqueda de un sistema de proliferación de retículas para el conjunto urbano o barrio. Esto no debía dar lugar a una yuxtaposición de patrones geométricos específicos, sino que debía desarrollarse orgánicamente en el espacio, según leyes geométricas definitivas”.- Ricardo Bofill Taller de Arquitectura
El proyecto no llegó a realizarse. Esta vez fueron las coyunturas políticas, burocráticas y económicas —y no las técnicas— las que no permitieron que esta utopía deje de serlo. La idea de la Ciudad en el Espacio representaba para el Taller de Arquitectura Ricardo Bofill la ciudad del futuro. Resultó la síntesis de todas las configuraciones que se habían propuesto hasta el momento. De la mano de una exposición de Ramón Faura, rescatamos del olvido algunas de las frases que solía traer a colación este proyecto que no dejaba indiferente a ninguno: apuntes sobre la ciudad del futuro, utopía realizable, la ciudad como espectáculo, carácter mega estructural, sistemas de agregación, aglomeración y mezcla, mecanismo de proyecto, intuición precisa, conocimiento de la forma, audacia tecnológica, acción revolucionaria.
Créditos: RBTA, Revista Arquitectura y UPCommons.
Imágenes vía RBTA.